Desde
tiempo inmemorial en casa, y cuando digo casa incluyo también la de mi madre,
ha habido infinidad de ralladores: De esos planos que se colocan sobre sobre
los platos y que supuestamente cortan patatas chip por la parte del medio, de
los que tienen un asa con cuatro caras, otro pequeñitos parecidos a éstos con
tres caras y una bola arriba, y luego muchas variantes de éstos con un depósito
recogedor abajo, e incluso algunas mandolinas llevan accesorios para rallar
alimentos. Eso, sin entrar en eléctricos o específicos, como los que existen
para el queso con un compartimento y una manivela y otros casi exclusivos para
la nuez moscada.
De
hecho, muchos de nosotros tenemos varios de ellos, confieso que yo también, y finalmente
terminamos utilizándolos para el tomate del pan tumaca, la nuez moscada, los
quesos, la cebolla y las zanahorias y las hortalizas en general y muy
ocasionalmente el pan.
Hay unos, me comentan, y las verdad es que tienen
muy buena pinta, de la marca microplane y están muy
bien si los utilizáis mucho, pero, en mi opinión, tienen un precio alto para el
uso que le damos en una casa normal, tener en cuenta que necesitaréis dos uno
fino para la nuez moscada, por ejemplo y otro normal para el rallar el tomate,
por ejemplo. Es cierto y me parece una buena opción uno de cuatro caras de
microplane pero anda en torno a los 45 euros.
Estos
ralladores son una alternativa muy digna, son de la marca laccor y cuestan en
torno a los 9 euros cada uno. Uno fino y otro normal resolverán casi cualquier
necesidad
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