Diderot

"En la sociedad hay dos clases de personas, los médicos y los cocineros; unos trabajan sin descanso para conservar nuestra salud y los otros para destruirla, con la diferencia de que los últimos están más convencidos de lo que hacen que los primeros." -.Denis Diderot.-

sábado, 13 de abril de 2013

Sardinas arenques o guardias civiles

         Para empezar contaré la historia de "guardias civiles" que me parece cuando menos, curiosa. En muchas partes de Aragón se las llama de esta manera, no sé muy bien porqué pero esta es la referencia más graciosa que he encontrado:
        "En la época en que aún existía el mercadeo ambulante, hubo un vendedor que operaba en la Comarca de las Cinco Villas. Su producto estrella eran las sardinas de cubo e indicaba su precio con un cartelico que ponía "guardias civiles (así se llamaban popularmente) a duro". En esto, un día pasó por delante de su puesto la verdadera Guardia Civil, la cual, le llamo la atención por la falta de respeto que el cartelico suponía para el Cuerpo, obligando al susodicho a retirarlo. La siguiente vez que el avispado comerciante fue a la zona, en el cartelico se podía leer: "A dos duros la pareja".
          Bueno anécdotas a parte lo primero que vamos a hacer es limpiarlas, arduo trabajo en el que debemos ser minuciosos, si dejamos las espinas no resultarán agradables al comerlas. 
          Para prepararlas necesitamos las sardinas, unos dientes de ajo, perejil y aceite de oliva virgen.

sardinas arenques
          Lo primero que vamos a hacer es cortar la cabeza de la sardina justo por debajo de las aletas, que también quitaremos
 Cortar la cabeza
             Lo siguiente es abrir el abdomen
Abrimos el abdomen
          Evisceramos
Evisceramos
         Y limpiamos el interior con un papel de cocina
Limpiamos eel interior
          Ahora lo que vamos a hacer es, con la ayuda de un cuchillo, separa la espina central de los lomo de la sardina, primero de un lado...
Quitamos las espinas
         ... y luego del otro

Quitamos las espinas
          Hacemos un primer repaso de las espinas que nos habrán quedado sobre todo en los bordes
Repasamos las espinas
          Para terminar separamos los lomos y quitamos la piel, revisando que no queden escamas, con una puntilla, no resultará complicado.

separamos y quitamos la piel
          Las ponemos en agua o en leche para que se hidraten y se desalen ligeramente.
limpiamos y desalamos
          Mientras tanto, partimos los ajos lo más finamente posible.
Picamos el ajo
          Para el perejil empleamos un truco, colocamos las hojas en un vaso y cortamos con unas tijeras
Picamos el perejil
          Cuando terminamos de picar ajo y perejil, sacamos las sardinas, repasamos otra vez con unas pinzas y las secamos con papel de cocina...
Repasamos las espinas
          ...por ambos lados...
Secamos las sardinas
          Colocamos en un tarro por capas, sobre las que ponemos ajo y perejil y finalmente cubrimos con aceite de oliva
Maceramos y cubrimos de aceite
          Y dejamos macerar durante unos días o semanas.
          Para terminar me gustaría hacerme eco de un texto que contaba en su blog Antonio Burgos:
"He visto la barrica de sardinas arenques en el supermercado y me he acordado de aquellas tristezas, de aquellas hambres, de aquellas oscuridades, qué bombillas más lánguidas teníamos en las casas, ¿no íbamos a necesitar gafas en Segundo de Bachillerato?, si nos dejábamos los ojos abajo aquellas bombillas de filamento incandescente, rojo. Ahora se mira una bombilla y se ve luz. Entonces se miraba una bombilla y se veía el rojo filamento mortecino, inundando de tristeza aquel comedor del mantel de hule sobre la mesa del brasero, de la tira gomosa que, como una columna salomónica en torno al cable de la sola bombilla de la luz, apresaba a las moscas en su liria insecticida. Y olía a arenque. La casa olía por las escaleras a coles de cocido, a sardinas arenques. A estas sardinas que ahora están en el supermercado como un lujo. Me paro a observar. Llega una familia, el carrito lleno hasta los bordes, y los niños se paran a mirar aquello, creyéndose, no sé, por lo menos ante un platillo volante con extraterrestres de la mar, y le preguntan al padre:
--- Papá, ¿qué es esto?
--- Eso son sardinas arenques, hijo...
--- ¿Y qué son?
--- Pues anda que no he comido yo sardinas arenques...
Nos hemos comido océanos enteros de sardinas arenques. El papel de estraza, el quicio de la puerta, el chasquido, hasta nos divertíamos con aquel olor a sal de nuestra hambre. Si nuestras gargantas están fuertes, es de la cantidad de raspas de sardinas arenques que durante generaciones tuvieron que hacer pasar.



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